LA CARICATURA

LA CARICATURA
La caricatura es una figura ridícula en donde se deforman y se resaltan las facciones y los aspectos de una persona o de un hecho en particular. Es una obra de arte, es una expresión artística un tanto satírica. Dicen que esta expresión artística tiene sus orígenes en algunos papiros egipcios y en otras obras conservadas de la cultura griega. Ya Aristóteles decía que la caricatura “representa a los hombres peores de lo que son”. Estos “retratos sobrecargados” los vemos en el siglo XVII y XVIII , tanto que hoy, a través de los siglos es un oficio rentable y muy respetuoso.

La caricatura es una crítica
Un aspecto de la caricatura es hacer una crítica social a un personaje de la vida política y cultural. En algunas oportunidades se convierte en una venganza apocalíptica o una forma de fastidiar. La realidad a mi modo de ver, resalta rasgos muy expresivos con el fin de trasmitir un mensaje determinado. Es una obra artística desafiante, produce sentimientos de rechazo, de hilaridad, de risa o aceptación pero hay inmerso un sentimiento provocado adrede por parte del artista. Si no provoca ese sentimiento no se logra el objetivo.
Me resulta interesante porque la caricatura es tu representación pícara o no, en donde adviertes tus detalles más resaltantes, y cuando está hecha por un caricaturista se convierte en el lado amable de la cuestión. La originalidad y la verdad a veces son imperdonables y nos molesta. En la caricatura no hay metáfora. Es algo tal cual eres, y además, lo más importante, es que es la forma como eres visto por los demás. Es una representación grotesca, un tanto deforme, creativa y con mucha audacia. Si la aceptamos con buen humor no provocará malestar.

Desde muy niño tuve la oportunidad de que me caricaturizaran...
Mi tío José Domingo Romero, hermano de mi padre, con mucha prudencia y tacto, veía a sus sobrinos través de sus trabajos sin ensayos y sin técnicas apropiadas, como se dice en términos artísticos, un caricaturista ingenuo. Mi tío, igual que mis otros familiares, observaban nuestras reacciones infantiles ante las figuras deformadas, pero convencidos de que éramos nosotros. Era una forma para divertir las tertulias familiares. La risa se convertía en un aliciente en esos momentos y circunstancias poco asistidos por el hecho económico, episodios de la vida que hoy ya están redimensionadas.

Gilberto Velásquez (Cacho)
A estos trabajos de mi tío, le siguieron las caricaturas que me creó el pintor zuliano Gilberto Velázquez. Fui caricaturizado por “Cacho”, como solíamos llamarlo sus compañeros y amigos, cuando trabajábamos en la Escuela de Artes Plásticas Julio Árraga de Maracaibo. La Julio Ärraga, donde tuve la oportunidad de compartir con esos locos visionarios, con morrales llenos de poemas, pinceles y paletas repleta de colores, y la cabeza llena de ideales. La creatividad de Velásquez era con un gran sentido de afecto por su trabajo y sus compañeros de labor docente y artística. El humor de este gran artista siempre tenía su dosis de crueldad, pero crueldades benignas que él mismo disfrutaba en compañía de sus colegas y compañeros de trabajo. No había competencia para el humor de Cacho. Muy halagado, por la distinción de este artista plástico en dedicarme una obra de su creatividad, de su maravilloso sentido de humor irreverente.

Caricaturista internacional
En agosto del 2002, en la ciudad de Orlando (Florida, EEUU) conocí al caricaturista Williams González, un joven norteamericano de origen cubano que me hizo un trabajo del cual estoy bien satisfecho. Lo conservo en exhibición en una de las paredes de mi oficina. Lo hizo en una oportunidad que asistí a un Bruch en honor a unos pintores que exponían sus obras pictóricas. Entre el beberío y el comistraje, el artista se dedicó a elaborar caricaturas de algunos de los invitados, de los cuales fui uno de los seleccionados. Me entregó el trabajo final, agradeciéndole de antemano, su atención.

El humor del venezolano es muy directo...
No tiene falsas apreciaciones, va al grano sin refinamientos, sin aspavientos, y algo bien particular, sabe combinar el erotismo con el humor, tanto que la alegría, la risa y el sentirse bien es un estupendo afrodisíaco como dice la escritora chilena Isabel Allende. Los caricaturistas venezolanos tienen su particularidad muy especial. Se creen con derecho para interpelar a cualquier persona a través de sus contorneadas líneas. En 1786 aparece una caricatura anónima contra el gobernador de Caracas Don Manuel González Torres de Navarra. No podemos hablar de caricatura venezolana sin recordar a don Leoncio Martínez, el popular “Leo”, quien además de caricaturista fue un gran poeta, humanista y dramaturgo. Leo fundó “Fantoches”, que utilizó como tribuna para dirigir ataques a los regímenes de Juan Vicente Gómez y Eleazar López Contreras.

Han brillado muchas caricaturas en la prensa venezolana.
Sus autores son, mayormente, personajes del periodismo venezolano que han ido descubriéndose a través de sus mensajes humorísticos, trazando líneas como si tuvieran en sus manos un “lápiz mágico”, que es la forma más loable de asumir una posición ante el mundo. Pruebas contundentes, la tenemos en Ramón Muñoz Tébar, Ramán, Régulo Pérez con su actividad como caricaturista e ilustrador en diversas publicaciones periódicas, entre ellas: Fantoches, El Morrocoy Azul, El Farol, Tribuna Popular, La Pava Macha, La Saparapanda, El Sádico Ilustrado. Desde 1977 y 1982 respectivamente es colaborador del Suplemento Cultural y realiza la caricatura diaria "Régulo, carga y descarga" en Ultimas Noticias; Rayma Suprani del Diario El Universal, Isabel Adler, Enrique Colina, Juárez, Carlos Fonseca, Oswaldo Dumont, Roberto Weil ( Tal cual), Loaiza, Daniel Rojas, Nerio Borges (Pam-chito), Helio Flores y las caricaturas irónicas del archiconocido Pedro León Zapata que con sus “zapatazos” nos ofrece un mensaje lleno de humor y verdad.