Aquí en mi blog quiero tener siempre leyéndome, viendo mis fotografías y enviándome sus mensajes a mi familia, a mis amigos, y a esa gente que ha estado conmigo en algún momento. Los que viven lejos y los que viven cerca, los viejos amigos y mis amigos viejos como yo. Los amigos más recientes. A mis reinas de todas las Ferias, a las “misses” amigas y a mis modelos que siempre compartimos en tantos eventos y a mis alumnos y alumnas de mis clases de oratoria. Los que veo todos los días y los que raras veces veo, los que siempre recuerdo y los que a veces olvido. Esas personas que sin querer me causaron daño o me ofendieron, aunque no olvido una ofensa a mi espíritu, digo como la escritora Edith Wharton “ la vida recubre esas ofensas con un rápido bálsamo, y quedan registradas en un libro que rara vez abro. ". Así que también las quiero en mi blog. Sin duda alguna, también quiero a esas personas que han estado conmigo en momentos difíciles y en esas horas donde se comparte felicidad. Y sobre todo, aquellas personas que me enseñaron tantas cosas hermosas y los que tal vez aprendieron de mí, pero por favor… ESCRÍBANME.
Los cines de Maracaibo.
Texto: Antonio Romero Prieto
Los años 40 y los 50 se constituyeron en la época de oro del cine y de las salas de exhibición.
En esa época el cine era moda, costumbre y placer. Se convirtió en el espectáculo público por excelencia, su auditorio no tenía edad y las salas de cine nunca quedaban vacías. En definitiva, ir al cine era toda una salida, era como una obligación ir al cine por lo menos una vez a la semana. Las empresas distribuidoras se encargaban de proporcionar el material cinematográfico a los cines. MGM, Columbia, Warner Bross, Universal, Paramouth, acompañadas de producciones cinematográficas mexicanas, argentinas y españolas ofrecían la diversión, los distribuidores a los empresarios y el gran público llenaba las salas.
La llegada de la televisión...
a finales de la década de los 50, fue sustituyendo al cine que se proyectaba en las salas de exhibición diseminadas por las ciudades, los pueblos y en los barrios populosos. Nadie imaginó que aquellas monumentales construcciones se iban a convertir en testigos mudos de unas historias llenas de sueños e ilusiones. El cine de los maniceros y las cotufas, de los tres timbres y la Alma Llanera, de los trailers y de las series en capítulos semanales han cerrado sus puertas. La década de los 60 y los 70 se debatía entre el cine y la televisión. Los empresarios cerraban cines y otros, en forma optimista, abrían nuevos locales. En ese vaivén trascurrieron unos años.
Los cines de los barrios pasaron a la historia
En los años 80 la tendencia fue cerrar las grandes salas construidas durante la época de los grandes formatos (con grandes pantallas y gran aforo) y en muchos casos convertirlas en sede de asociaciones religiosas y talleres de reparación. Las salas de exhibición de los recordados cines de barrio se cerraron dejando una historia sin precedentes.
El cine de mi barrio
Me gustó la idea de hablar de los cines de Maracaibo, porque yo guardo un grato recuerdo del Cine “Royal” de mi barrio “18 de Octubre”, el barrio de mi adolescencia y juventud que se movía entre la magia de sus calles y la pantalla del cine. El Royal sucumbió ante la llegada de la modernidad, pero siempre nos quedará el grato recuerdo. El sentido pendular de la historia también tiene su anónima versión en los diferentes cines de barrio.
Recorría todos cines de Maracaibo
Muy niño viví al lado del “Teatro Imperio”, la sala “jailosa” de los alrededores de la plaza de La Muñeca, y muy cerca del cine “Metro”. Frecuenté el “Internacional” en Bellavista y en el cine de “Santa Rosa” conocí personalmente al mexicano Tony Aguilar y a la rumbera Tongolele. Ah! Y en el cine “Boconó” vi a la flaca Vitola, como también en el cine “Paraíso” de la avenida Delicias tuve la oportunidad de ver y escuchar a la novia de América, doña Libertad Lamarque. En el cine “Victoria” de la calle Ciencias se presentó la vedette argentina Libertad Leblac. De vez en cuando y de cuando en vez, buceando las películas mexicanas visité el “Landia” en Bellavista; el “Venecia” en la avenida Santa Rita; el “América” diagonal a American Bar, el “Bellavista” y el “Delicias” en la calle Venezuela, haciendo esquina con el cementerio El Cuadrado, el “Vallejo” con su policía que hizo historia, el “Sucre” y el “Olimpia” de Puente España. Hasta me dejé rodar, picado por la curiosidad, por los cines “Urdaneta”, “San Felipe” y el “Ávila”. Los cines “Redoma” y “Centro” en el centro de Maracaibo.
Recuerdo que en una oportunidad, y sólo fue una, visité el “Alcazar” de La Limpia, pero frecuenté en mis años mozos al “Paris” de Cerros de Marín, al “Variedades” de la calle Páez y el “Principal” que quedaba justo en la plaza de los alemanes en el Tránsito. Al “Teatro Maracaibo”, antiguo cine “Valencia”, por San Bartolo, asistí a un acto cultural y en el “Teatro Baralt” una que otra película acompañado de los magos y prestidigitadores. Y cuando ya contaba con mis 20 años, en compañía de unos amigos y amigas, me fui al “Autocine” de la avenida El Milagro en un carro que nos dieron prestado. El sonido era espantoso y el vigilante nos encandilaba a cada momento con su linterna.
En el cine “Brasil” de Valle Frío Teresita Antúnez con arpa, cuatro y maracas montó un show musical y en el “Nuevo Circo” de Veritas, detrás del Hospital de Niños, se presentó un mariachi “disque” venía directamente de México, pero los integrantes eran más maracuchos que Rubén el campanero. Recuerdo que por la vía de Belloso estaba el cine “Los Andes” y en la calle Colón el cine “Colón”. Al “Uairén” lo visité en su momento, pero no tuve la suerte, quizás por cobardía, de sentarme en las banquetas de madera del cine “Capitolio” de Ziruma y en el cine “Las Tarabas” de Tierra Negra. Como vivía en el “18 de octubre” me quedaban muy retirados el cine “Del Lago” en La Nueva Venecia, “El Varillal” vía el aeropuerto, el “Lido” de La Pomona, el “Paramouth” de Haticos por abajo, “Las Lomas” de La Limpia, el “Cujicito” y el “Ideal” de Los Olivos. Pero más reciente, y ya no tan reciente, hice mi colita para comprar la entrada en el “Roxy” del Villa Inés, “El Plaza” de la calle Páez con Bolívar, el “Teatro 5 de Julio” en el Montielco, el “Costa Verde”, “La Fuente” y “Las Tejas”, ya fenecidos, y en el “Altamira” que se negaba a morir tanto que al entrar en vez de parecer un cine, más bien, era el sarcófago de Barnabás Collins. El cine “La Paragua” dio sus últimos suspiros para dar paso a nuevos propósitos.
Todos los cines de los barrios eran destechados...
(a cielo abierto) y con banquetas de madera, un cielo estrellado y una luna, lunita cascabelera. Pero cuando llovía teníamos que correr para la puerta, que era el único lugar disponible para guarecerse. Ver como se proyectaba la luz de la cabina a la pantalla era parte del espectáculo. Ya con el tiempo, y en los cines del centro de la ciudad, contaban con medio techado, otros con techado completo, con aire acondicionado y butacas más confortables. Un poco más a oscuras para tener otras opciones, si uno iba acompañado de la novia un arrumaco sencillo y saludable no caía mal.
Los clubes privados contaban con una pantalla de cine para entretener a sus socios y familiares.
El club Alianza, el Bellavista (Shell), el Creole, el Club del Comercio, Náutico y el Richmond proyectaban películas hollibudenses y argentinas. También el cine Club Universitario, haciendo honor a su nombre originario, proyectaba cintas cinematográficas de calidad y a muy bajo costo, contando con una audiencia juvenil desde su fundación en 1962.
Hoy, los amantes del séptimo arte tenemos los multicines de los Mall...
Minicines, cines agrupados o megaplexes divididos en las salas propiamente dichas y los demás espacios de servicios que ahora se instalan en los cines. Multicines nuevos, cómodos, pero sin el encanto de los cines del pasado. Una de las nuevas incorporaciones del mundo de la tecnología con menor capacidad y menores pantallas. Salas unidas, una sola taquilla y muchas opciones en cuanto a los films. Una nueva plataforma conocida para las nuevas generaciones. Ahora para entrar al cine hay que hacer unas inmensas colas en forma de zigzag, de manera que al llegar a la taquilla no tenemos todas las opciones demandadas por la publicidad.
El cine de vanguardia en Maracaibo
Contábamos en la ciudad de Maracaibo, con una puerta abierta en el auditorio del Bancomara con su miércoles de cine y los ciclos cinematográficos que ofrecían el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (CAMLB), el Centro de Bellas Artes (Ateneo de Maracaibo) y el Teatro Baralt, para quienes queríamos ver cine de calidad más allá del cine puramente comercial que ofrecen las demás salas. En consecuencia, las películas de cine «serio» o «vanguardista» han ido quedando para espacios alternativos. De ahí la importancia entonces de esos lugares cuya existencia y función se basan en dar a conocer justamente las filmografías menos conocidas.
El cine en la casa de cada quien
Los grandes fabricantes de productos de electrónica de consumo nos proporcionaron los Beta y el VHS que hicieron le mella a los cines en su tiempo y ahora mismo el DVD e incluso Internet y la descarga de películas, están en situación de arrancar espectadores a los multicines igual que la TV a finales de los 50. Cada vez más gente tiene en su casa equipos "Home Cinema" (cine en casa) y hasta algunos afortunados poseen proyectores. La comodidad de ver una película en la comodidad del hogar, con una calidad de imagen y sonido y en muchos casos una espectacularidad equivalente a la de una sala de cine a la fuerza tiene que acabar provocando una reacción en la industria.
El cine y las multisalas
La existencia, hoy, de los complejos multisalas está propiciando al igual que la proliferación de canales de TV una fragmentación de las audiencias y quién sabe que sucederá con el cine y la televisión en el futuro. Yo sigo viendo la televisión por cable, películas en DVD, voy a los multicines y recuerdo con mucha nostalgia los cines de ayer.
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3 comentarios:
Muy interesante reseña. Salen muchos cines que nunca conocí. Mi favorito era el cine París. Todavía a veces me sale en sueños, pero ahora construyeron un edificio común donde estaba. En cambio, el cine Imperio, todavía podría ser rescatado por un millonario que deseara recrear el pasado y mostrar allí buenas películas. Se dice que el cine pasó de ser una experiencia colectiva a algo privado, íntimo, o familiar. Yo creo que la experiencia colectiva aún vale. Sobre todo si es en un buen ambiente, cómodo y grato.
Me embargan hermosos recuerdos al leer los nombres de tantos cines que conocí y a los cuales entré en muchas oportunidades.Metro, Imperio, Urdaneta, Principal, Venecia, Bella Vista, Roxy, Maracaibo, Paris, Andes, Boconó, etc..., mi re-tio y padrino de bautizo Don Pedro Vallejo fue un empresario y pionero en este negocio con sus cines Principal y Vallejo. Mi padre Antonio Linares trabajó toda su vida en la empresa Urdaneta como encargado de cines y en el area administrativa; conoci a sus dueños los hermanos Colmenares y tuve la suerte y experiencia de tener a mi cargo en cine Uairen en los años 80. Muchas experiencias que marcaron mi infancia, juventud y parte de la adultez. Las sillas de hierro, los cines destechados, los proyectores a carbon y tantos otros recuerdos imborrables..!
Ese era de mi abuelo Luis fossi quisiera saber mas gracias
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